viernes, enero 26, 2007

Iñaki de Juana

De Juana Chaos es un militante de ETA ha pasado los últimos 20 años en prisión, cumpliendo la condena que le ha sido impuesta, dos de ellos, al habérsele «construido» nuevas causas judiciales, ahora está detenido por haber publicado su opinión desde la cárcel y sus letras han sido tomadas como amenazas a personajes del gobierno español. Esos dos años son consecuencia de dos artículos en los que denunciaba algunas amenazas especialmente a responsables penitenciarios.

Ha decidido permanecer en huelga de hambre desde hace más de 40 días y ante esas actuaciones, prestigiosos juristas consideran ya que en el Estado español las garantías propias de un estado de derecho han sido sustituidas por el derecho penal del enemigo, ése que, prescindiendo del principio de igualdad, establece normas jurídicas y procesales que, en la práctica, despojan de derechos a ciertas personas.

Al tratarse de un preso preventivo con una sentencia que no es firme por estar planteado recurso en el Tribunal Supremo, el tribunal tenía todas las opciones de la ley en la mano para modificar la situación de De Juana. Si a ello se le añade su situación de salud, la opción de la excarcelación tenía absoluta solidez jurídica, máxime si se tiene en cuenta que existen precedentes de excarcelación en casos de personas no ya acusadas por las opiniones vertidas en un periódico, sino, como ocurre con algún procesado por causas relativas a los GAL, directamente condenadas por delitos como secuestro, desaparición y muerte de personas.

Sin tener en cuenta al Ministerio Público, que en su día puso en bandeja a la sala que juzgó a De Juana el aplicarle una pena de 12 años por dos artículos publicados en GARA, pero que, ahora, ante la situación extrema del preso, pedía atenuar su régimen de prisión, y al margen también del criterio de los médicos que en dos periodos anteriores han impuesto la alimentación forzosa al donostiarra, el tribunal ha ordenado que se aplique de nuevo al preso un tratamiento que él rechaza y que ni siquiera garantiza que pueda seguir con vida.

Las implicaciones humanas de la decisión son terribles y, ya en la esfera política, este auto de venganza complica enormemente los esfuerzos por relanzar un proceso democrático de paz entre los terroristas y el gobierno de zapatero.

Iñaki, ha dejado de ser un «terrorista preso» ­de hecho debería estar en la calle­ y será a partir de ahora un encarcelado por delito de opinión, o sea, un preso político.

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