Oaxaca vs Ulises
Mucho se ha especulado sobre la caída del gobierno de Ulises Ruiz. Ha ocurrido la movilización sindical y popular más importante del país en contra de un gobernador, se tienen registradas un par de muertes a causa del movimiento que pretende la desaparición de poderes en Oaxaca, comienza una escalada de inconformidades en los municipios, se plantea un paro cívico de proporciones importantes, el sector turístico oaxaqueño permanece al borde de la quiebra y, sin embargo, Ulises sigue gobernando un estado que pareciera desbordarse políticamente.¿Qué sucede? La Secretaría de Gobernación federal ha sido rechazada de las mesas negociadoras, porque no acepta que se rompa el orden constitucional y a esta causa se ha sumado el Comité Ejecutivo Nacional del PAN y la fracción priísta de la Cámara de Diputados, liderada por Emilio Gamboa Patrón.
En estricto sentido constitucional, el movimiento magisterial oaxaqueño por más amplio que sea, no es suficiente para derrocar a un mandatario.
A saber, la supremacía de la política, dirigida por intereses y no por ideologías, lo que ha impuesto un desorden terrible que desborda cualquier otro factor de análisis que se quiera establecer para explicar lo que ocurre a nuestro país.No le falta razón. Por estos días comienza a ser evidente la mano que opaca las imágenes televisivas sobre el conflicto oaxaqueño. Más aún, el panismo, como nunca, está sobradamente interesado en que los movimientos populares no sean factor de presión para los gobiernos electos.
Es decir, los vientos del poder mediático y del poder político, comienzan a favorecer a Ulises Ruiz, aunque sea coyunturalmente.Va a ser difícil que la profesora Elba Esther Gordillo ordene la retirada de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sobre todo por el vómito que le produce el más fiel de las huestes de Roberto Madrazo, pero no será imposible en caso de que los jóvenes operadores de Felipe Calderón (Cesar Nava y Juan Camilo Mouriño), finalmente, sean convencidos de las bondades que le ofrece a su presidente electo, sofocar el asunto de Oaxaca.En el PAN no lo quieren ver, pero por estos días desde Josefina Vázquez Mota, Manuel Espino y Felipe Calderón, han echado mano de los operadores que el PRI ha conservado para servir al sistema. Efectivamente, son los mismos que trabajan para sofocar en la mesa el incendio que los maestros sembraron en las calles de Oaxaca.
Sí, son los mismos que han recomendado al rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, tomar distancia de AMLO, o bien, quienes han husmeado la agenda de Manuel Camacho y conocen a la perfección el resultado de las reuniones que el coordinador de las redes ciudadanas ha sostenido con priístas y neopanistas, como Carlos Ruiz Sacristán.A estas alturas, la posición del panismo en torno al conflicto de Oaxaca, o cualquier otro tema, ha sido cooptada por priístas y expriístas; es más Diódoro Carrasco Altamirano, exgobernador de esta entidad, registra un cambio de discurso en tan sólo un par de días. Quiere otras opiniones, pregunte usted, por ejemplo, a Javier Lozano, Luis Téllez, Genaro Borrego o Pedro Aspe, quienes extienden su opinión a Felipe Calderón y, muy probablemente, usted verá en el próximo gabinete presidencial azul.
Horacio de la Cruz
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